Cuando negamos nuestras emociones, negándonos a expresarlas y experimentarlas, éstas se intensifican, justo lo contrario de lo que queremos.
El intento de suprimir activamente un pensamiento, de combatirlo y bloquearlo, lo mantiene vivo e intenso. Deforma parecida, emociones como la ansiedad, el miedo o la envidia se intensifican cuando tratamos de suprimirlas, cuando tratamos de combatirlas y bloquear su flujo natural.
En lugar de negar el dolor y combatirlo, lo aceptamos; en lugar de castigarnos por nuestra ansiedad, la asumimos y dejamos que fluya a través de nosotros siguiendo su curso.
La solución, no a todas, pero sí a muchas de nuestras aflicciones psicológicas no reside en arreglar/hacer, sino en aceptar/ser.
Tal Ben Shahar
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