Si bien no todas las uniones sentimentales se pueden o se deben mantener y si bien no todas las parejas son compatibles, la disolución o el deterioro de muchas relaciones se puede evitar. Para aprovechar todo el potencial de la relación, hay que aceptar que tanto la pareja como la relación tienen sus fallos. No hace falta decir que admitir estos defectos no significa resignarse a ellos; la voluntad de ambas partes por corregir sus imperfecciones es un requisito primordial para una relación floreciente.
La mejor forma de afrontarlo es mediante una aceptación activa, lo que significa que previamente al trabajo de corrección y mejora, hay que aceptar la existencia de las imperfecciones.
Las primeras etapas de una relación suelen estar libres de conflictos. Pero más tarde, si la pareja continúa, aparece el conflicto. Para muchos, el conflicto dentro de una relación significa que la propia relación tiene problemas: la armonía perfecta -la ausencia de conflicto- se considera la norma y hay que esforzarse por conseguirla.
Pero la realidad es que el conflicto no sólo es inevitable, sino que además es fundamental para conseguir un vínculo a largo plazo.
Tal Ben Shahar
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