Aceptar con humor las partes que menos nos gustan de nosotros mismos puede ser la mejor receta para sentirnos completos y ser felices.
No vale la pena sentirnos culpables por nuestros "defectos". Al contrario: un buen ejercicio sería reconocerlos -no necesariamente como defectos- y reírnos de ellos.
Gaspar Hernández
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